El ser humano, en su búsqueda de significado y comprensión personal, enfrenta una paradoja fundamental: no se conoce a sí mismo completamente a través del razonamiento abstracto, sino mediante su participación activa en la vida. Viktor Frankl, el creador de la logoterapia, lo expresaba de manera contundente cuando decía que «el hombre se descubre a sí mismo no a través de la contemplación, sino a través de la acción». Esta frase encierra una profunda verdad existencial: solo al actuar en el mundo, respondiendo a las demandas y retos de la vida, podemos desvelar lo que realmente somos.
Conocerse a Través de la Acción
El razonamiento tiene un papel importante en nuestra vida; es la herramienta que nos permite analizar, planificar y reflexionar sobre nuestras experiencias. Sin embargo, no es suficiente para responder a las preguntas más profundas sobre nuestra identidad. Para Frankl, conocerse a sí mismo es un proceso activo, no pasivo. Solo a través de la interacción con el mundo, enfrentando dilemas, asumiendo responsabilidades y tomando decisiones, descubrimos el potencial que llevamos dentro.
Esto nos lleva a la idea de que el ser humano no es una esencia fija, sino que es un proceso en constante evolución. No podemos simplemente sentarnos y analizar quiénes somos en abstracto; más bien, somos lo que hacemos, lo que decidimos en cada momento. Como Frankl dijo, “tienes que hacer lo que debes, y descubrirás lo que hay en ti”.
La Responsabilidad de la Elección
En cada situación de la vida se nos presenta la oportunidad de responder. Esta es una de las ideas clave de la logoterapia: el ser humano siempre tiene la libertad de elegir su actitud frente a las circunstancias, por más difíciles que estas sean. Esa capacidad de elección es lo que nos define y nos revela a nosotros mismos.
Frankl, que sobrevivió a los horrores de los campos de concentración nazis, hablaba desde la experiencia cuando afirmaba que, incluso en las condiciones más extremas de sufrimiento, el ser humano tiene la capacidad de elegir su respuesta. En sus memorias, El hombre en busca de sentido, describe cómo algunos prisioneros mantenían una actitud digna y compasiva incluso en medio del sufrimiento insoportable, mientras que otros sucumbían al odio y la desesperación. Lo que diferenciaba a unos de otros no era tanto su fortaleza física, sino la manera en que elegían enfrentar su realidad. Es en esas decisiones que cada uno descubre quién es realmente.
Sacar a la Luz Lo Que Hay Dentro
Frankl nos invita a reflexionar sobre un aspecto crucial: no sabemos quiénes somos hasta que actuamos en consonancia con lo que creemos. No sabemos lo que llevamos dentro hasta que las circunstancias nos obligan a revelar nuestras verdaderas creencias, principios y valores. Esta idea se refleja en una de sus reflexiones más profundas: «Yo no sé quién soy, yo no sé qué soy, lo que hay en mí. Pero una cosa sí sé: si hay algo en mí, debe salir a la luz en la medida en la que, por la exigencia del momento, juzgo conveniente decir eso que considero cierto”.
Es decir, no nos descubrimos en la teoría, sino en la práctica. Frente a una situación límite, frente a una crisis o una decisión difícil, aquello que llevamos en nuestro interior sale a la luz. A veces, nos sorprenderemos a nosotros mismos descubriendo un coraje o una fortaleza que no sabíamos que teníamos. Otras veces, puede que la duda y el temor nos dominen. Pero, en cualquier caso, es a través de la acción como nos conocemos.
La Exigencia del Momento
Frankl habla de la «exigencia del momento» como ese llamado que cada situación de la vida nos hace. Cada momento de nuestra existencia nos plantea un reto, una pregunta que solo nosotros podemos responder. Esa respuesta, que puede ser una palabra, una decisión o una acción, nos revela quiénes somos en ese instante. El sentido de la vida, en este contexto, no es algo que encontramos de una vez para siempre, sino algo que construimos y descubrimos en cada acto de nuestra vida diaria.
Conclusión
El ser humano no es un ser estático, sino dinámico. Nos descubrimos no mediante la introspección pasiva, sino enfrentándonos a las demandas de la vida con acción y responsabilidad. Al elegir nuestras respuestas, al actuar conforme a nuestras creencias, vamos revelando poco a poco lo que somos. En palabras de Viktor Frankl, «si hay algo en mí, debe salir a la luz» y ese proceso de autodescubrimiento ocurre cuando decidimos actuar en coherencia con lo que consideramos cierto y valioso.
El camino hacia el autoconocimiento es, por tanto, una senda que requiere valentía. Requiere la disposición a enfrentar lo incierto, a tomar decisiones, a equivocarse y, sobre todo, a actuar. Porque es en la acción donde, finalmente, encontramos el significado de nuestra vida y descubrimos lo que realmente somos.
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