«Vive como si ya estuvieras viviendo por segunda vez y como si la primera vez ya hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de obrar.»

Imagina por un momento que estás viviendo tu vida por segunda vez. No solo eso, sino que en tu primera experiencia cometiste errores, tomaste decisiones desacertadas, y ahora tienes la oportunidad de corregir esos pasos equivocados. ¿Qué harías diferente? ¿Qué decisiones reconsiderarías? Esta reflexión, propuesta por Viktor Frankl, nos invita a un profundo ejercicio de introspección y responsabilidad personal.
Reflexionando sobre el tiempo y las decisiones
Cuando Frankl plantea “Vive como si ya estuvieras viviendo por segunda vez y como si la primera vez ya hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de obrar”, nos está llevando a un terreno filosófico-existencial donde el tiempo, nuestras decisiones y la responsabilidad adquieren una nueva dimensión. Frankl, en su enfoque logoterapéutico, entendía que el ser humano, a pesar de estar condicionado por circunstancias, siempre tiene la libertad de elegir su actitud ante la vida y la capacidad de otorgarle sentido.
La propuesta es clara: debemos vivir con una conciencia plena de que nuestras decisiones no solo moldean el presente, sino que también marcan profundamente nuestro futuro. Si actuáramos desde la certeza de que ya conocemos las consecuencias de nuestros actos, es probable que seríamos más cuidadosos, más conscientes y, sobre todo, más responsables. Nos enfrentaríamos a la vida con una mayor apreciación por el presente y una más clara visión de las posibles repercusiones de nuestras acciones.
La segunda oportunidad: Un ejercicio de libertad
Este planteamiento nos invita a pensar que cada día es una oportunidad para corregir. Nos ofrece la posibilidad de «vivir mejor», reconociendo que el presente, aunque condicionado por el pasado, aún está lleno de posibilidades. Aquí entra en juego uno de los principios fundamentales de la logoterapia: el ser humano tiene la capacidad de encontrar sentido en cualquier circunstancia, incluso en el sufrimiento y en el error.
Si consideráramos cada día como una segunda oportunidad, podríamos ver nuestros errores no como fracasos definitivos, sino como momentos de aprendizaje. La clave está en no dejarnos paralizar por el arrepentimiento, sino en usar ese reconocimiento para elegir con mayor sabiduría nuestras próximas acciones.
El poder del presente y la anticipación del futuro
La cita de Frankl también nos recuerda la importancia de vivir con una actitud anticipatoria. Este tipo de pensamiento nos coloca en una posición de responsabilidad activa, no solo para con nosotros mismos, sino también hacia quienes nos rodean. Cada decisión que tomamos tiene consecuencias, no solo en nuestras vidas, sino en el entorno que impactamos.
Imagina que estás a punto de tomar una decisión difícil. Si supieras que ya la tomaste antes y el resultado fue desfavorable, ¿actuarías de la misma manera? Este ejercicio nos invita a pensar más allá del impulso momentáneo o de la gratificación instantánea, y a visualizar las posibles consecuencias de nuestros actos en el futuro. No para paralizarnos con el miedo al error, sino para cultivar una mayor conciencia y responsabilidad en nuestras elecciones.
La autenticidad y el valor del arrepentimiento
Frankl, quien sobrevivió al horror del Holocausto, sabía que la vida puede ser dura y que a menudo podemos caer en el error. Sin embargo, desde la logoterapia, el arrepentimiento no debe ser visto como algo destructivo. Al contrario, puede ser un catalizador para el cambio. Si entendemos que ya hemos «vivido» nuestros errores, también podemos comprender que tenemos el poder de actuar de manera diferente. El arrepentimiento, bien entendido, puede ser el impulso que nos lleva a vivir con más autenticidad y congruencia.
Vivir con intención: un acto de responsabilidad
Vivir como si fuera nuestra segunda vez es, en esencia, vivir con intención. No significa vivir con miedo al error, sino con la conciencia plena de que nuestras acciones tienen peso y significado. Este tipo de vida exige responsabilidad. No solo somos responsables de nuestras decisiones hacia el presente, sino también hacia nuestro futuro y hacia el sentido que queremos dar a nuestra existencia.
Frankl nos invita, a través de esta reflexión, a ser arquitectos de nuestras propias vidas. En cada momento, estamos construyendo algo. Cada acción, cada decisión y cada pensamiento es un ladrillo en la edificación de nuestro destino. Pero este destino no está predeterminado; lo moldeamos en cada instante.
Conclusión
Viktor Frankl, a través de esta poderosa reflexión, nos recuerda que la vida es un continuo acto de elección. Si viviéramos cada día como si fuera nuestra segunda oportunidad, tal vez seríamos más compasivos con nosotros mismos y con los demás, más conscientes de las decisiones que tomamos, y más decididos a encontrar un sentido en cada situación, por adversa que sea.
La próxima vez que enfrentes una decisión, grande o pequeña, pregúntate: si ya hubiera vivido esta situación antes y hubiera tomado un camino desacertado, ¿qué haría ahora diferente? Este simple ejercicio puede abrir la puerta a una vida más consciente, plena y llena de sentido.